Tu hacías que me olvidará de todo el resto del mundo. Sonreías y me hacías sonreír. Pero no era una sonrisa cualquiera, era la mejor. Me mirabas y te miraba. Y mis ojos querían decírtelo todo. Esa mirada de complicidad, de deseo. Ese deseo que nunca se llego a completar.
Te quería tanto buf, podría escribirte un libro con 600 páginas en el que solo hable de ti. Pero eso no sería suficiente ni toda la verdad. Porque yo sentí mucho más, de lo que tu creías que sentía y si eso ya era mucho...
Es verdad que hubo días que no me acorde ni un segundo de ti, pero ahí estabas tu al día siguiente para avisarme de que no te habías ido como si leyeras mi mente. Fue una historia sin fin y sigue siéndolo. Yo no adivino el futuro. Pero una cosa si se. Lo que yo sentí por ti no se va de la noche a la mañana, y puede que ni de meses, ni de años... Por eso ve a buscarme esté donde esté, cuando leas todo esto y si lo llegas a leer.
Tu me hiciste ver que lo nuestro era imposible. Por eso se que los imposibles también existen. Y que a esta historia nunca le he puesto un nunca, porque se que algún día por muy lejos que este llegará. Pero solo habremos alargado lo bueno y sobre todo habremos hecho más larga la espera.
Te amo
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